La Señora Pérez.

Hola, me llamo David y tengo 17 años. Soy un chico introvertido, tímido y a veces borde. La gente dice que tengo una mirada algo tensa, por así decirlo. Podría decir que a veces soy un poco pesado, pero no, mejor esto lo obvio. Por cierto, ¿Sabes qué me encantan los Comics? Sí, también dicen que soy raro. Me la suda. ¿Cosas buenas de mí? Pues puedo decir que me encantan el deporte, tengo un buen físico, pero a las chicas no les gusto. Creo. Soy virgen…lo era, hasta el mes pasado. ¿Os lo cuento?
Un día como el jueves, mi mejor amigo Oscar me invitó a ir con su familia y con él a su casa de la playa en Andalucía. Yo acepté y todo cambió por completo.

Al llegar a casa del instituto, les conté a mis padres el plan. Ellos me dejaron ir después de insistir bastante, pero con algunas condiciones. En total eran unas cuatro normas básicas de comportamiento. Como saber estar, estudiar y demás actitudes de hijo perfecto. Yo apruebo… ¿qué más quieren?

Al terminar de cenar subo las interminables escaleras de madera blanca que me llevan a mi mundo de libertad, mi habitación. Allí, cojo la maleta de viajes para colocar mis objetos más preciados y algo de ropa que ponerme. Lo reviso todo y luego me dirijo a la cama.

Esa noche no dormí nada. Estaba súper nervioso por el viaje, por lo que cogí uno de mis libros favoritos, Hush Hush, para seguir leyendo. La historia sobre Ángeles y Demonios me tenía muy intrigado. No sé cómo, pero me quede frito.

A la mañana siguiente me levante muy contento y activo. Ayudé a mi madre y lavé los cacharros del desayuno. Luego me despedí de ella para irme a la casa de Oscar.

Allí estaba su familia esperándome en el porche de la gran casa blanca con ventanales azules. Al verme, todos se dirigieron al coche. Este es un Mercedes Benz antiguo, aunque muy bonito y seguro. Yo iba detrás con Oscar y su hermana pequeña. Delante conducía el padre, y su guapa madre iba de copiloto. Sí, su madre es espectacular. Es rubia, con el pelo ondulado y un buen físico de gimnasio.

Al llegar al pueblo, donde está su casa de playa, todos estábamos cansados del viaje. Así que nos metimos en la casa y cada uno se fue a su habitación a dormir. Oscar y yo, dormíamos juntos en su cuarto. Su habitación tenía todo tipo de videojuegos, en fin, era la más chula de la casa. La casa era espectacular. Tenía piscina, cuarto de cine y juegos, y una cocina gigantesca.

Supongo que queréis que explique, ya, como perdí mi virginidad. Pues bien, podríamos decir que fue el sábado por la noche. Oscar y su padre fueron a comprar marisco a uno de los restaurantes más lujosos y famosos de Marbella. Su madre y yo nos quedamos en la casa haciendo ensalada y panecillos. Su madre iba con un vestido negro ajustado y un collar celeste y dorado. El escote era muy sexy y abundante… estaba buenísima.

-David, pásame la leche. –Me dijo.

Cogí la leche del plateado frigorífico y cuando se giró y volví a ver el sexy escote, le eché la leche por el vestido, mojándole el escote.

-¡Oh, mierda! –Grité.

Ella sonrió y dijo…

-No te preocupes. –Me dijo acariciándome la cara.

Se cogió del vestido y  lo echó hacia abajo lenta y sensualmente. Eso hacía que sus pechos saliesen a la luz tenue de la lámpara. Dejó ver su tanga de encaje negro y el tatuaje de su vientre… ¡Dios!

Mi erección era más grande cada vez que se acercaba, más y más, a mi persona. Ella lo notaba. Me puso la cara en sus pechos y me dijo…

-Fóllame David. –Susurrando.

-Se..señ..señora Pérez. –Tartamudeé.

-Shhh… -Me ordenó poniéndome sus dedos en mi boca.

Metió la mano en mi pantalón y comenzó a masajearme el miembro. Mientras lo hacía, metió su lengua en mi boca y luego me chupó la cara. Agarró mis pantalones y me los desabrochó lentamente. Se agacho y se metió en la boca mi erecto miembro.

Con una mano me masajeaba los testículos y con la otra me acariciaba el vientre. Era mi primera vez y estaba a punto de correrme. Ella lo notó y paró rápidamente. Me cogió del brazo y me llevo a su habitación.  En ella cogió un consolador negro doble, que estaba en la mesita de noche. Me sentó en una silla y se tumbó en la cama.

A los diez minutos aproximadamente agarró el dildo con las dos manos y se lo metió en la boca. Yo mientras, me pajeaba. Se lo sacó y siguió pasándoselo por los pechos, el vientre y el clítoris. Se lo metió despacio en su sexo y la otra punta en el ano.

-Ummm sí… -Gemía.

Mi caliente cuerpo se levantó y se dirigió a ella. Le sacó el consolador de la vagina y le metió mi rabo hasta el fondo… uff aquello fue muy excitante y placentero. La puse a cuatro patas y la penetre muy duro. Su placer se expresaba a modo de gimoteos, asique cogí el dildo y se lo metí en el culo. Gritó y yo, gimoteaba.

Al cabo de un rato acabamos en el suelo de madera artificial y seguimos follando. La señora Pérez era una mujer muy dominante. Me puso debajo de ella y me colocó los brazos en mi cabeza, para ella tener mejor acceso a mi pezón derecho. Me lo chupó y aquello hizo que me corriera dentro de ella.

Rápidamente se bajó de mí y se puso boca arriba con las piernas abiertas. 

-Cómemelo. –Me dijo con gemidos.

Jamás había hecho aquello, pero he de confesar que me gustó bastante. Es tal la satisfacción que sentía por verla retorcerse de placer, que volví a ponerme duro. Al instante comenzó a gritar la frase “Me corro”. Me puse derecho y volví a metérsela para volver a corrernos juntos…uff, cada vez que lo recuerdo. Esa mujer es todo placer.

                         
                                                                                                                                                    Sr.Steve. 

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