7º Rol: Piel de Champagne

"Veo un montón de gente a través del cristal tintado. El coche se detiene frente al hotel y todos me esperan. Respiro hondo, me abren la puerta y salgo decidida. Varios flashes iluminan mi rostro y yo sonrío todo lo que puedo, intentando esconder mis nervios. No todos los días se celebra una gran fiesta dedicada a los logros conseguidos con tu empresa de éxito a nivel internacional.

Todos me miran y me dan la enhorabuena. Se ha organizado una gran cena-baile de gala, muy parecida a las de las películas. Las mujeres van de largo y ataviadas con sus mejores joyas y los hombres visten en su mayoría esmoquin.

Llego a un gran salón, con una orquesta al fondo y lleno de mesas redondas muy bien adornadas. Todos los invitados aguardan sentados y el servicio aún no ha comenzado. Parece mentira que estas personas estén esperando a escuchar mi discurso y, por consiguiente, que dé comienzo la velada.

Sí, mi discurso, he ahí uno de los principales motivos de mis nervios. Y es que la directora general de una empresa de este calibre tiene que dar la cara más de la cuenta, con discursos, conferencias, charlas... Es por ello que mi vida se basa en hacer todo lo más correcto que puedo, provocando a veces un distanciamiento hacia mis propios intereses y felicidad.

Después de diez minutos con todas las miradas y oídos pendientes a mí, bajo por fin del escenario y la orquesta empieza a tocar. Me dirijo a la mesa, donde me esperan otros miembros de la directiva y otras personalidades de gran peso en este mundillo.

- ¿Le sirvo vino, señorita? - una voz firme y amable habla detrás de mí. Me giro y sonrío.

- Sí, por favor - madre mía, es guapísimo. Tengo que guardar la compostura.

La cena transcurre sin más novedad, bueno, eso sin contar que cada vez que se acercaba el dichoso camarero un escalofrío inundaba mi cuerpo. Sólo espero que ni él ni mis compañeros de mesa lo hayan notado. Como siempre... pensando en lo correcto.

 Llega el momento de los postres y ocurre lo nunca deseado. Cojo la cartera y me levanto de mi asiento justo en el momento que mi camarero coloca una de los platos en la mesa y... desgracia. Una sopa de chocolate con aroma a vainilla acaba de ponerme perdida. Los invitados más cercanos a mi posición y, sobre todo, el camarero, se han quedado sin palabras.

- Dis... Disculpe de verdad. No la he visto. Deja que le ayude a limpiarse - me dice con voz titubeante.

- No te preocupes. Estas cosas pasan - digo como una imbécil delante de todos - Iré en busca del vestido que tenía reservado para el baile - por favor que no me toque.

Voy esquivando mesas como puedo intentando llamar la intención lo menos posible y subo al ascensor para que me lleve a la planta donde se encuentra mi habitación. 

- Deje que la acompañe - veo una mano que detiene la puerta del ascensor. Era él e ¿iba a subir conmigo en el ascensor?

Ambos nos quedamos callados mientras que el ascensor hacía su viaje. Entonces se abre la puerta y me deja salir primero. 

582... al fin he llegado. Voy a cambiarme y bajar lo antes posible para que mi ausencia no se prolongue lo suficiente. Me doy la vuelta para agradecer al camarero su compañía y antes de que me pueda percatar me coge de la cintura y me besa.

Quedo petrificada ante lo que está ocurriendo. El hombre que ha provocado todos mis escalofríos esta noche ahora está en mi habitación y besándome. Increíble.

Al momento vuelvo en mí y me aparto.

- ¿Se puede saber qué haces? - ahogo un grito.

- No he podido parar de mirarte desde que te vi bajar de aquel coche - me responde buscando mis labios de nuevo. Me vuelvo a apartar.

- Debo bajar lo antes posible. Se preguntarán dónde estoy - digo con todo el tono de credulidad que puedo.

- Déjame besarte, por favor. Ya te tengo entre mis brazos, no te vayas.

Parece mentira que esté ocurriendo esto. Una parte de mí me dice que debo bajar pero he de reconocer que lo que realmente se me apetecía era disfrutar de esta compañía durante un buen rato.

Me coge en brazos dejándome sin la capacidad de reaccionar a tiempo. Cierra la puerta con el pie y me deposita suavemente en la cama. Yo, que seguía helada ante esta situación, no pude hacer nada más que quedarme en la cama con cara de tonta mientras se despojaba de la chaqueta y se desabrochaba la pajarita.

- Te deseo más que a nadie - me susurra al oído - Sólo quiero sentir el calor de tu cuerpo junto al mío. 

Esto me hace cambiar de opinión y darme cuenta de que yo también ansío el calor de su cuerpo. Así que, en un acto de valor, consigo despojarme de lo correcto y me guío por el deseo.

- Sólo espero que no seas mi ruina - le devuelvo el susurro, algo que provoca una sonrisa picarona.

Me aparto el pelo de la espalda hacia el hombro y se pone detrás de mí para quitarme la cremallera del vestido, manchado de chocolate todavía... por cierto. Me incorporo y hago deslizar las tirantas y el resto del vestido por mi cuerpo, de forma que éste cae al suelo de forma delicada. Dejo ver mis encantos en forma de encaje de seda, cosa que hace que sus ojos brillen aún más.

Me tumbo en la cama y es él quien se pone encima de mí y comienza a besarme. Sus manos acarician al compás de los besos todo mi cuerpo, besos que cada vez son más apasionados. De vez en cuando para y me mira algo incrédulo mientras me acaricia el pelo, pero tras cerciorarse de que lo que está pasando es real, continúa con la sinfonía de besos.

Rodamos sobre la cama y ahora soy yo la que queda arriba. Momento ideal para quitarme el sujetador. Aprovecha y comienza a tocarme los pechos, e incluso se atreve a jugar con su lengua en ellos. También baja sus manos hacia la curva de mis caderas y me acaricia.

Nos quedamos un rato besándonos, acariciándonos y jugando al amor cuando sin querer mi mano cae una de las copas de champagne vacías que reposaban en la mesita de noche. Entonces ambos nos quedamos mirándonos y con eso lo dijimos todo. No obstante parece que no coincidimos en lo que estábamos intentando decir.

Él coge la botella de champagne mientras yo me incorporo apoyándome de las rodillas en la cama y estirando mis manos para coger la otra copa en la mesilla. Sin esperármelo y de repente, abre la botella con su gran destreza de camarero y comienza a vaciar la botella en la curva entre mi espalda y mi culo.

Madre mía, que sensación. De nuevo quedo petrificada, de nuevo consigue sorprenderme y de nuevo mi cabeza piensa en que no debería de estar haciendo eso. Pero no me da tiempo a dejar de pensar cuando me arroja otro chorrito de champagne en la espalda.

Me doy la vuelta y atisbo que me mira con cara de pillín, algo que hace que definitivamente me rinda a sus pies. Ha terminado de ponerme a cien. Yo me siento en la cama, con los brazos más atrás de la cabeza con intención de que me sirva un poco de champagne en la boca. Él hace lo que pensaba y me ofrece un buche del espumoso, pero lo hace de tal manera que no puedo tragar todo lo que me da y el champagne cae por mis labios hacia mis pechos.

Me besa y bebe de mis labios cuando vuelca la botella sobre mis pechos. Pero que ardiente es joder. Y comienza a lamerme todo el torso, empapado de champagne y a merced de su boca. Yo echo la cabeza hacia atrás y disfruto del momento. Jamás hubiera pensado que lo que empezó por una mancha de chocolate iba a acabar en un baño erótico en champagne.

Ambos estamos ya muy calientes por todo lo acontecido así que, a falta de dos tres dedos de líquido en la botella, la retira y comienza a desabrocharse el pantalón con gran agilidad. Yo, que me cuesta reaccionar al desarrollo de nuestra aventura, me quito las bragas y abro las piernas, deseando que me penetre de una vez.

Sin dejar mayor lugar a mis pensamientos, me introduce suavemente su pene, haciendo que no pueda contener gemido alguno. Entonces comienza a penetrarme suavemente, sin dejar de darme besos en los labios y el cuello.

Creo que después de lo vivido no tardaremos mucho más en consumar nuestro deseo. Abro más las piernas de manera que me penetra más adentro, incorporándose un poco. Coge la botella y bebe un sorbo justo antes de que termine de rociar por mi vientre el resto de la misma. 

Esto hace que la intensidad de nuestro acto aumente más y más, hasta que terminamos en un largo y demasiado placentero orgasmo. Entonces me da un último beso en la mejilla y se levanta de la cama. 

Lo dejo vistiéndose cuando yo me meto en el baño a ducharme rápidamente. Al salir, ya estoy sola en la habitación. Me doy toda la prisa que puedo en vestirme y me dirijo a la puerta donde me encuentro una nota que dice: 

Espérame desnuda cuando todo termine, princesa.

Sonrío y salgo de la habitación, dispuesta a bajar y continuar con la noche. Una noche que parece que va a ser más larga de lo que esperaba."

Comentarios

  1. Buenas tardes!!
    Me encanta. Como siempre. Pero este me resulta de lo mas excitante.
    Vuestra mayor admiradora. " La Loba de la comunidad".
    Besos amores.

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  2. Gracias a todos los amantes que estáis al pie del cañón esperando nuestros relatos. Es un gustazo saber que escribimos para alguien que nos admira. Besos Loba!!!

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