9º Rol: Enséñamelo todo...

"De tonta... Esa es mi cara desde que entra en clase hasta que sale. Que cierto es que lo prohibido y difícil de alcanzar se desea más que otras cosas. Y como se desea más, la mente pasa a ser presa del corazón, algo que es muy peligroso...

Me llamo Nicole, estudio un grado en una de esas escuelas superiores pijas (tan pija que con 20 años sigo vistiendo uniforme) y tengo uno de esos problemillas irrevocables... estoy loca por mi profesor. 

Señor De La Rosa, así lo llamamos todos. Su nombre completo lo desconozco, ya que en su firma aparece sólo "E. De La Rosa". Apenas he intercambiado palabras con él. Si eso alguna que otra duda en clase pero pocas. Su belleza me tiene tan hechizada que creo que incluso peligra que apruebe el examen. 

¡Y cómo no! Con esos ojos claros que te fulminan de inmediato. O con esa piel tostada... que parece que el sol acaricia todo el año. Además, no es muy mayor. Tendrá unos 30. Eso sí, de lo que estoy segura es que debajo de esa ropa hay un cuerpazo.

Otro día más, estoy en clase. Esperando a que llegue. Tengo que hacer un esfuerzo y centrarme en los estudios. Un tío de estos no puede hacer que pierda el norte... pero es que vaya tío... ¡No! Céntrate. Hoy tengo que coger el hilo del temario y tomármelo en serio.

- Buenos días - uff. Creo que va a ser más difícil de lo que parecía - Hoy comenzaremos con el tema tres. Sepan que hasta ahora hemos dado los conceptos básicos y ahora entramos en materia.

La clase comienza y mi profesor no para de hablar. Cosas para allá y para acá. Estoy cogiendo tantos apuntes hoy que apenas me da lugar a mirarle. Ui que no... ¿A quién quiero engañar? Claro que lo miro, y encima me embobo. Hoy viste pantalones vaqueros oscuros y formales, americana, una camisa que parece ajustada al torso y, como siempre, su reloj. Ese reloj que le abraza la muñeca en cada momento... Tan masculino...

- Y hasta aquí la clase de hoy - ¿Ya? Si es que me puedo pasar las horas contemplándolo - Recuerden que estaré en mi despacho por si necesitáis resolver dudas o lo que queráis. 

¡Su despacho! Estar a solas con él. Poder mirarle tranquila y que se dirija a mí... Qué me gustaría ser un poco más valiente y probar.

Mientras que pienso, él se ha ido y todos han recogido. Me he quedado prácticamente sola. Hoy me he enterado de algunas cosas y la verdad es que creo que él me podría resolver las dudas. Así podría terminar de coger el hilo de la asignatura.

Salgo de la clase de camino a la entrada de la escuela. Enciendo el móvil y paso mi tiempo distraída atendiendo a las notificaciones. Y de repente...

- ¡Mierda! - exclama una voz atractivamente masculina.

- Lo siento... - digo cortadísima por la situación.

No me lo puedo creer. Me acabo de chocar con él, con mi profesor, y se ha echado por encima el café.

- Disculpe Señor De La Rosa, de verdad - consigo decir después de haber quedado pálida tras el encontronazo. Ni lo he visto.

- Tranquila, estas cosas pasan... - dice mientras se quita la chaqueta, que por suerte no se había manchado. 

Cuando me vuelve a mirar, sin saber por qué, queda mudo por un instante.

-  Usted es la Srta. Estrada, ¿no? - dice algo extrañado - ¿Qué tal la clase de hoy? Si se dirigía a mi despacho para resolver alguna duda, puede venir ahora. Voy para allá.

¿Una duda? Tengo tantas... Pero ahora mismo la principal es la razón de por qué me ha mirado así. Creo que no debería dejar pasar esta oportunidad. Es mi momento de coger el toro por los cuernos.

- La verdad es que creo que si me ha quedado alguna que otra duda - ya está, lo he dicho.

- Genial, acompáñeme. Tengo allí otra camisa. Me cambio y estoy contigo.

En el camino hacia su despacho no soy capaz de articular palabra. Lo tengo a mi lado, tan cerca que incluso puedo oler su perfume.

Llegamos a su despacho y me quedo parada en la puerta, esperando que él entre primero a cambiarse.

- Entre señorita. No se preocupe - me dice mientras que me invita tocándome la espalda.

No me lo creo. Un escalofrío recorre todo mi cuerpo por dos motivos: uno, me ha tocado, y dos, se va a cambiar delante de mí...

- Póngase cómoda y vaya sacando los apuntes para ponernos a ello - dice dulcemente.

Se dirige a un perchero junto a su silla mientras que me siento al otro lado de la mesa. Intento centrarme en sacar los apuntes de la maleta pero no puedo evitar mirarle. Cuelga la chaqueta y se empieza a desabrochar la camisa, botón a botón. Y con cada botón yo me estoy poniendo más excitada.

- Señor De La Rosa - articulo sorprendentemente - Si no le importa, prefiero esperar fuera.

Me levanto de la silla y voy hacia la puerta.

- Espera - me detiene mientras que me coge del brazo - No te vayas, por favor.

Siento como el corazón me da un vuelco y comienzo a ruborizarme. Me giro y le miro.

- Por favor. Quiero que te quedes - me susurra mientras que pone mis manos en su pecho, indicándome que le desabroche los botones que le quedan.

Estoy petrificada y, con espantosa lentitud, reacciono y comienzo a quitarle los tres botones restantes. Mantengo la cabeza agachada, supongo que signo de la incredibilidad que ocupa mi mente en estos momentos.

No entiendo cómo quiere que me quede. ¿Se había fijado en mí antes? ¿Pretende echar un polvo simplemente?... Creo que en estos momentos lo menos que se me apetece es pensar, así que creo que lo mejor es dejarme llevar.

Termino con el último botón y llevo mis manos a sus hombros para deslizarle suavemente la camisa, dejando su torso al descubierto. Él, que no ha parado de buscarme la mirada en todo momento, lleva sus manos a mi cuello y, dulcemente, me lo agarra y me empieza a besar.

He besado ya varias veces en mi vida, pero besándole a él... Esto nunca lo he sentido. Una fusión de deseo y fantasía inunda mi interior. 
 
Por la forma en que toca mis labios con los suyos no me da la impresión de que busque un polvo y listo. Me trata como si me fuera a romper. Jamás hubiera imaginado que alguien fuera capaz de besarme de esta forma, y menos mi profesor, el que me tiene encandilada desde que vi por primera vez. Creo que no soy consciente de lo que estoy haciendo, y menos aún de lo que parece que voy a hacer.

Sin parar de besarnos, me coge en brazos y se sienta en la silla, de manera que quedo con las piernas abiertas y mirando hacia él. Al llevar falda, la postura deja al descubierto mis partes más íntimas, algo en lo que de momento parece que no se ha percatado.

- Temía que nunca te pudiera tener entre mis brazos - me dice entre besos.
Esto sí que era impensable. Me ha estado deseando todo este tiempo y yo sin darme cuenta. No ha mostrado nunca ni una señal, sino que todo lo contrario. Se ha mostrado como el buen profesor que es, tratándonos a todos por igual.

De pronto, se detiene y con su mano izquierda comienza a apartar las cosas de la mesa. Cuando queda despejada casi en su totalidad, me levanta y deja caer mi cuerpo sobre ella. Entonces, se acerca a la puerta y echa la llave.

Vuelve junto a mí y comienza a mirarme de arriba abajo. Yo, que no me he movido desde que dejó aquí, estoy impaciente porque me vuelva a tocar.

- Bueno... ¿Por dónde íbamos? - y se queda contemplando mi estampa con uniforme.

Sí, porque llevo uniforme. Faldita, camisa y corbata... Supongo que eso lo estará poniendo más cachondo todavía. 

- Eres guapísima - me dice mirándome a los ojos.

Y entonces comienza por aflojarme la corbata con gran sutileza. Del mismo modo, me empieza a desabrochar la camisa, de manera que la deja remetida por dentro de la falda pero abierta. Tengo al descubierto el sujetador, algo que hace que sus ojos claros brillen más que antes. 

Me acaricia los pechos mientras que comienza a besarme de nuevo. Yo, que sigo sin articular palabra alguna desde que me pidió que me quedara, me limito a corresponderle. Deja mis senos, y continúa acariciando hasta llegar al culo para manosearlo un poco. Entonces, sin darme cuenta, mete la mano por la falda y me quita las bragas.

Acto seguido, se desabrocha el pantalón, dejando al descubierto solamente su miembro... y qué miembro... Sin percatarme, me pilla mientras que le estoy mirando y sonríe.

- Te deseo tanto, Nicole. Me gustaría tanto poder poseerte - me dice de una forma muy intensa - Me haría muy feliz si también tú sintieras lo mismo por mí, pero comprendo que es algo que está en tus manos...

Es justo lo que necesitaba escuchar para que mi cuerpo reaccionase. Sin decir palabra alguna le cojo la mano y la llevo a mi cara, insinuando que quiero que me acaricie. Esto hace que una sonrisa aún mayor inunde su cara y, después de darme un beso, se coloca el condón y se introduce en mi interior, con suaves vaivenes. 

Estamos haciéndolo en su mesa, en su despacho, ¡en la escuela! He soñado tanto con este momento que no termino de creerme que no soy una simple espectadora. Me desea a mí, y parece que tanto como yo a él.

Está de pie, pegado a la mesa y follándome, mientras que yo estoy casi tumbada, con el culo justo al filo y con los codos apoyados en la superficie. La verdad es que estamos en una postura de lo más excitante.

La forma en que me mira mientras me penetra lo dice todo. Estoy sintiendo cosas muy especiales por un hombre de cuyo nombre sólo conozco la inicial. Pero, la verdad es que en estos momentos nada me importa.

Me la saca suavemente y se queda parado como esperando que sea yo esta vez la que elija postura. Y claro que la elijo...

Me incorporo encima de la mesa, le doy un beso y me pongo a cuatro patas. Esta postura me excita mucho más y, además, es justo la que necesito ahora. La verdad es que me duele un poco el culo después de haber recibido diversas penetraciones encima de una superficie dura.

Contemplo como no da crédito sobre la particular forma en la que me va a follar ahora. Es como si él tampoco se creyera que me estoy entregando a él. Se introduce muy despacio, agarrándome mientras las caderas, y suelta un suspiro de placer cuando se da cuenta de que ya está dentro de nuevo.

Parece que la postura hace efecto y comienza a follarme algo más duro, pero sin perder la delicadeza con la que me ha tratado durante todo este tiempo que estamos compartiendo. De vez en cuando, me suelta de las caderas y busca acariciarme a espalda o incluso los pechos. 

- Te amo - digo procurando que no se me escape ningún gemido más fuerte de la cuenta. Lo que me recuerda que nadie nos puede escuchar.

Esto hace que me penetre con más intensidad hasta que se deja ir... Yo, que ya estaba a punto de llegar al éxtasis, era justo lo que necesitaba para alcanzarlo. 

Y aquí estoy, encima de la mesa de mi profesor, agotada y a cuatro patas. Él, que ya se ha limpiado y abrochado el pantalón, viene a mí y mi me besa en la mejilla. Me incorpora y me coge en brazos, esta vez de lado, para dejarme sobre la silla. Entonces, se arrodilla y apoya su cabeza en mis piernas. 

- No quiero perderte nunca - me dice algo preocupado mientras le acaricio el pelo.

- Eso no será tan difícil, Señor De La Rosa. Ya soy tuya"


 

Comentarios

  1. Me encanta. Es super excitante!! Estoy deseando leer el siguiente

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    1. Nos alegramos de que te guste amante!! No dudes que seguiremos trabajando para haceros felices!!

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  2. Exquisito Srta. Evenstar. Ojalá estas cosas me pasaran en la realidad... Excitado es quedarse corto.
    Si fueras mía no te me ibas a escapar en la vida.

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    1. Cariño, en tus sueños ya soy tuya. Nunca se sabe lo que te puede pasar. Besitos!!

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