11º Rol: OB-sesión

"Como cada día, ella pasaba con sus patines por delante de la obra. En ese momento, todos dejábamos nuestras herramientas y contemplábamos tan deseada figura. Era tal la expectación la que provocaba, que nadie se atrevía a piropearla ni a hacer nada de lo que solemos hacer los de las obras, nos conformábamos con poder verla.

Incluso desde nuestra distancia, se atisbaba el sudor cayéndole por el escote y mojando el top que llevaba. Se nota que le gusta machacarse. Tiene que ser una auténtica fiera en la cama. Entonces un golpe en el casco me trae de mi ensimismamiento.
- ¡Despierta Bruno! - me dice uno de mis compañeros con tono guasón - Una de esas no es para ti...

Y así, una jornada tras otra... y yo sentía que me atrapaba cada vez más. Nunca podría ni acercarme a ella. Jamás querría nada de alguien que trabajara en una obra y menos de un imbécil como yo.

Han pasado los días y tengo anotada en el móvil la dirección de un pub, donde mi jefe me ha encargado que arreglara la barra del bar. Soy relativamente nuevo en esta ciudad y nunca había escuchado el nombre de la calle, así que puse el GPS y me limité a conducir.

A medida que los minutos pasaban, me alejaba más del centro y llegué a un barrio a las afueras. Aparco el coche en la puerta de lo que parece una antigua fundición, algo oscura y lúgubre. Un cartel con la palabra PUB me dice que éste es el lugar.

Son las cinco de la tarde de un día cualquiera, está todo vacío. Recorro un pasillo algo estrecho, forrado de telas brocadas de las que cuelgan fotos antiguas. Llego a un portón de madera entreabierto.

- ¡Lo has encontrado! - una voz me habla mientras que termino de abrir la puerta - Bienvenido.

No doy crédito a lo que veo. Una señora mayor, fumando un puro y con mucho glamour, me espera apoyada en la barra de una sala estilo burdel clásico. Miro a mi izquierda y veo mesas y mesas alrededor de un escenario que se adentra en la zona del público con una barra americana en su extremo.

- ¿Impresionado? - se dirige a mí sonriéndome mientras da otra calada a su puro.

- So.. soy Bruno. Mi jefe me ha mandado a arreglar la barra - le indico a la señora tragando saliva como puedo.

- Ésta es cielo. Toda tuya. Si necesitas algo estaré en mi despacho. Aquella puerta de allí.

Asiento con la cabeza y me pongo manos a la obra. Estoy solo. Prefiero no pensar y limitarme a trabajar para acabarlo lo antes posible.

Han pasado varias horas y por fin la he terminado. Coincide que escucho multitud de pasos corriendo por el piso de arriba. Estoy recogiendo todo cuando me sorprende la señora.

- Ha quedado genial cariño. Esto es para tu jefe - me dice alargando la mano y ofreciéndome un sobre.

- Gracias señora - y me doy la vuelta para salir de la sala.

- Espera Bruno. Por aquí tenemos la costumbre de dejar propina. Has trabajado bien. Te ofrezco que te tomes algo esta noche con nosotros. Estamos a punto de abrir.

Acepto la invitación y salgo para dejar las cosas en el coche. Abro el maletero y dejo mis bártulos cuando me doy cuenta que el aparcamiento se está llenando de coches caros, de los que salen señores con pinta de dinero y que entran en el local. Decido adecentarme un poco en un intento de no desentonar tanto entre los visitantes.

Volviendo a la puerta, ahora hay un tío con pinta de gorila. Creo que he perdido la oportunidad de aprovechar la invitación de la señora. Pero no me da tiempo a terminar de lamentarme cuando un "Sr. Bruno" acompañado de una pequeña reverencia me dan paso al interior del pub.

Asombrado, me encamino a la sala de nuevo, de la que se intuye una música con ritmo templado e intenso. Abro el portón de madera. La iluminación ha cambiado por completo y el ambiente es mucho más recogido. En el escenario, dos chicas con corsé bailan para los presentes.

Me dirijo a la barra y pido una copa. Observo las diferentes situaciones que se dan a mi alrededor. Algunos miran al escenario y comentan el espectáculo, otros parece que se dedican a hacer negocios, abstraídos del entorno, otros disfrutan de su bailecito particular...

Y entonces, de repente, las luces se apagan. Una voz en off anuncia: "La dueña de tus sueños... La que te atrapa y no te deja escapar... Nuestra encantadora... Olivia" Ahora una luz tenue ilumina el escenario, luz suficiente para poderme percatar que absolutamente todos dejan de hacer lo que estaban haciendo para prestar atención a la escena.

Una música bastante sexy comienza a sonar y se intuye una silueta de mujer que comienza a moverse. Doy un sorbo a mi copa porque la situación promete. Nunca me habían dejado una propina como ésta.

Quedo absorto de los movimientos de la muchacha cuando poco a poco caigo en la cuenta de que me resulta familiar. Suelto la copa en la barra y me acerco algo más al escenario. No puede ser... Es la chica de los patines. Un escalofrío recorre todo mi cuerpo y quedo totalmente paralizado mientras ella continúa con su brillante espectáculo.

Y de repente, veo que fija la mirada en mí a la vez que sigue ejecutando sus movimientos, tanto en el suelo como en la barra americana. Tienen que ser imaginaciones mías. Mirará para todos lados y habrá coincidido.

Intensos aplausos y silbidos me avisan que la función ha terminado. Veo como recoge las prendas de las que se ha desprendido y retrocede para salir por el backstage. Entonces, atisbo que le comenta algo a la señora, quien, tras mirarme, se dirige hacia mí.

- Querido Bruno. Alguien te espera en la habitación 139, en la primera planta. Disfruta campeón - y, señalando las escaleras, me deja allí... solo... sin saber ni qué pensar ni cómo reaccionar.

No entiendo nada. ¿De verdad que alguien me espera? ¿A mí? ¿A un simple obrero al que parece que le ha tocado la lotería con la propina obtenida hoy? Todo esto lo voy pensando mientras subo las escaleras y busco la habitación 139.

Llamo a la puerta y veo que está encajada. Casi en estado de shock, simplemente la cruzo y... ahí está ella. Tumbada en la cama, mirándome con sonrisa picarona. Sin mediar palabra, me indica que me acerque con el dedo y eso hago. Me siento a los pies de la cama, ella se incorpora y gatea por el edredón hasta llegar a mí.

- Te he esperado tanto tiempo... - me susurra y me besa.

Quedo totalmente inmóvil, ni siquiera puedo cerrar los ojos y disfrutar del beso porque no acabo de creerme nada. Entonces, un papel que cae del techo hace que pegue un respingo. Ambos miramos arriba y veo gran cantidad de fotografías colgadas en él. Cojo la que se ha caído y no doy crédito a lo que veo. Son fotos mías, en la obra, en mi casa... Esto comienza a asustarme.

- Tranquilo amor mío. Sabemos uno del otro desde hace mucho tiempo y al fin estamos juntos - continúa susurrándome entre beso y beso - He pasado con los patines cada día para que te fijaras en mí y quedaras prendando. Y aquí estoy... entera para ti.

¿Esto es un sueño? Estas cosas ocurren en las pelis solamente. Respiro hondo y decido seguirle el rollo respondiéndole con otro beso aún más intenso.

- Eres guapísimo ¿lo sabes? - me dice al detenerse y mirarme fijamente - Increíble, y dulce, y natural y muy muy sexy.

Me incorporo rápidamente y la aparto de mí. No quiero quedarme atrapado en ella. Es preciosa pero que esté tan obsesionada con alguien tan normal como yo... no me lo acabo de creer.

- No te vayas... Bésame sólo una vez - me dice mientras me abraza a ella.

Mi cara coincide en su cuello, lo que hace que respire su esencia y quede prendado. Lucho en mi interior para escapar de allí pero no puedo.

- Cada día he visto cómo te fijabas en mí... hoy he visto cómo me mirabas mientras estaba bailando. Todo es perfecto Bruno. Sólo quiero que me hagas tuya... - sus palabras me apuñalan en todo mi ser y caigo totalmente rendido.

Entonces empiezo a besarle el cuello y siento como respira aliviada. Cae en la cama y quedo encima de ella... Sigo besándole los labios, el cuello, los hombros... mientras subimos de intensidad. Hago que se siente en la cama para retirarle el sujetador. No paramos de besarnos y toquetearnos.

Me quito la camiseta y cojo sus manos para que acaricie mi torso. Ella queda embobada con mi figura y manosea mis músculos minuciosamente. La abrazo y la vuelvo a tumbar de nuevo en la cama, medio incorporada gracias a unos cojines donde apoya su espalda, y avanzo con mi pelvis hacia la suya para no parar de mantener el contacto.

Seguimos besándonos. Ella tiene los ojos cerrados y parece que está disfrutando cuando me aventuro a acariciarle el vientre con mi mano. No se lo espera y noto como se retuerce de placer a la vez que masajeo su zona bastante mojada. Se le escapa un débil gemido...

Cuando parece que se recompone, noto como me baja los pantalones poco a poco, buscando que me introduzca dentro de ella. Y eso es justo lo que hago. Lentamente y sin dejar quietos nuestros labios, comienzo a embestirla en una intensidad que incrementa con la pasión que nos demostramos.

Dejo su boca para bajar poco a poco hasta su vientre, intercambiando besos y lamidos, mientras manoseo sus tetas desnudas, algo que parece que surge efecto. Estoy en la habitación de un burdel de lujo, follando con la mujer de mis sueños y sin haber pagado nada. Esta situación me la cuentan y no me la creo.

Continúo bajando, lo que me obliga a salir momentáneamente de ella, y empiezo a comerle todo. Miro hacia arriba, quiero mirarla, quiero ver cómo se retuerce de placer, cómo sube los brazos y se muerde el labio intentando ahogar los gemidos.

Entonces la tomo por sus caderas y tiro de ella suavemente hacia abajo, de tal manera que queda totalmente tumbada en la cama de nuevo. Cojo sus piernas y las flexiono para poder penetrarla de nuevo y esta vez no parar hasta llevarla al éxtasis.

Embisto con fuerza, siento como me clava las uñas en la espalda y eso me encanta. Subo de intensidad. Estamos sudando tanto que nuestros cuerpos están resbaladizos. Esta vez ya no puede siquiera contener los gemidos, algo que me pone más cachondo todavía. Entonces cae aplomada sobre la cama y noto como su vientre se contrae, se ha dejado ir.

Aprovecho mis últimas fuerzas para terminar y me corro en su interior. Cayendo rendido yo también encima de ella. Suavemente, me acaricia el pelo y me da un beso en la frente. Cuando recobro algo de energía, levanto la cabeza para contemplarla. Me sonríe derrotada y cierra los ojos.

Yo, que sigo sin creerme lo que acaba de pasar, la acompaño y cierro los ojos también, antes de que alguien me despierte del mejor de los sueños que he vivido jamás."


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