15º Rol: Aprendiz

Tras encontrar por internet un anuncio muy apetecible, decides plantarte en la dirección indicada sin preguntar nada. Las ganas de aprender a dominar te pueden y has conseguido tener cita con una de las mejores. Tienes los nervios a flor de piel...

Llegas al sótano de un local que parece muy exclusivo. Te han dejado pasar gracias a varios controles de seguridad y llegas a la puerta G69. 

Llamas y mientras esperas te analizas de nuevo. Llevas un look perfecto y apetecible... corsé, liguero, medias al muslo, una pequeña cola de tul. Preparada para aprender todo lo que requiere una maestra del placer.

Te abro la puerta y te quedas completamente muda. Te invito a pasar con un gesto y a medida que entras te vas quedando sin aire. Primero, verme la cara, el cuerpo, la expresión... te causa una parálisis que solo puedes contener si piensas en lo que te he gustado y en todo lo que me harías en ese momento. Segundo, vas descubriendo poco a poco los detalles de la habitación donde te encuentras, que tiene una decoración apabullante y elegante, muebles y artículos para practicar varias disciplinas. En este momento, te das cuenta de efectivamente estás en el sitio correcto aunque te extraña un poco que aún no haya llegado el sumiso con el que podrás practicar.

Entonces te invito a que te sientes para poder charlar un poco. Me cuentas cuáles son tus móviles para aprender de mí y me voy dando cuenta que realmente tienes potencial. Con tu belleza, saber estar y contundencia, seguro que te convertirás en una maravillosa damaris.

Pero de repente, algo te vuelve a paralizar... y es el hecho de que te estoy diciendo que "Querida mía, nuestro trabajo conlleva una gran responsabilidad. Estamos aquí para dar placer, proporcionar bienestar, valiéndonos de la sensualidad, el sexo, lo sensorial, la restricción e incluso el dolor. Conocer todos ellos a la perfección y saber comunicar es clave para poder ejercer como dominante, y para ello, primero debes experimentar todo lo que se siente siendo sumisa. Espero que puedas comprender cuál es tu propósito hoy..."

Veo como tragas y comienzas a sentir escalofríos. Sin duda sabías que hoy tendrías que estar atenta a muchas cosas y que aprenderías mucho. Lo que no te imaginabas ni de coña es que ibas a ser la víctima...

Entonces te pones de pie y te llevo a una zona con alfombra, donde te pido que te arrodilles y me beses las manos y los pies... Agachada aún, llevo un collar a tu cuello y te lo coloco algo apretado. Comienza el juego...

En este momento te llevo a la X y ato tus muñecas y tobillos de cara al instrumento, de manera que ni me puedes ver ni te puedes mover. Aprovecho y te quito la falda y las bragas, de tal manera que queda parte de tu culo al aire acompañado del liguero. Ahora sí, eres mía.

Me dirijo al expositor de los accesorios para azotar y elijo primero un látigo de tiras. Te lo paso por el cuello, la espalda, los brazos y las piernas... Te acaricio suavemente en todos esos puntos para mostrarte mi cariño y respeto mientras noto como se te eriza la piel.

Entonces comienzo a aplicar fuerza al látigo a modo de azotes mientras observo tu respuesta. Parece que aunque sorprendida, lo estás disfrutando así que subo de intensidad hasta que noto que te empiezas a retorcer de placer.

Me dirijo de nuevo al expositor y en esta ocasión te pregunto si eliges fusta o pala. Me contestas lo que quieres y utilizo eso mismo para azotarte el culo de nuevo a la vez que veo cómo se va poniendo cada vez más rojo.

En el momento en el que noto que estás bastante calentita, suelto la herramienta y me dispongo a besarte el cuello cuando bajo y empiezo a morderte el culo. Se te escapa algún gemido e identifico que es el momento de verte la cara...

Te suelto y pido que vengas gateando a otra parte de la habitación. En esta ocasión te vas a enfrentar a una rueda que gira... Tras desprenderte del corsé, de nuevo te ato muñecas y tobillos pero también necesito fijar la cintura, los brazos, las piernas, el cuello  y la frente. Ahora sí que notas que no tienes escapatoria y que te ves totalmente abierta y expuesta a mí.

Comienzo a morrearte y bajo por la clavícula hasta el pecho. Pellizco un pezón mientras que me lío con el otro y noto como te estiras lo que te dejan las ataduras.

Disfruto de las vistas y voy girando la rueda hasta que te quedas bocabajo. En este momento me dejas tu coño en bandeja para poder saboreártelo todo lo que pueda. Empiezo a comerte el coño mientras agarro bien tus muslos para ayudarme de ellos. 

Cambio entre el clítoris y tu entrada con embestidas de lengua cada vez más intensas y hago que chorrees sin poder evitarlo, venciendo a la gravedad y haciendo que pueda beber de tu coño como si de una fuente se tratase.

Paro un momento para poder relamer y saborear todos tus fluidos y aprovecho para darte un azote con la mano. Te estremeces todo lo que te dejan las restricciones...

Entonces busco un dildo y te lo voy introduciendo en la vagina mientras no paro de jugar con tu clítoris. Vuelvo a subir de intensidad cuando noto que te corres sin poder evitarlo y voy girándote y soltándote mientras te repones.

Te llevo junto a la silla tántrica y te hago saber que ahora me toca a mí. Hago que te coloques un arnés de strapon y lo ajusto bien. Te pongo una mordaza y un antifaz. Ya te he privado de hablar y ver.

Ahora solo notas mis movimientos y ves cómo te coloco sobre la silla tántrica, atándote muñecas y tobillos a ella, de tal manera que quedas casi tumbada, bocarriba y de nuevo sin poder tocarme.

Nerviosa y todavía notando las palpitaciones que te he provocado, reconoces que me subo ahorcajadas encima de ti. Te doy un beso sobre la bola de la mordaza y acaricio tu pelo.

Te sientes amada a la vez que dominada, y esa sensación está haciendo que disfrutes de la experiencia como nunca te habías imaginado... Entonces algo te saca de tus pensamientos y es que empiezo a cabalgar sobre ti cada vez más intensamente.

Me valgo de tus hombros para agarrarme y a veces cambio y amaso tus tetas para no perder el equilibrio. Bajo también a besarte de vez en cuando y las caricias del pelo sobre tu torso te ponen más que cachonda.

Decido entonces que es momento que puedas disfrutar de las vistas y te despojo del antifaz. Abres los ojos de la impresión de verme encima de ti usándote y creo que te mereces también poder tocar, por lo que suelto los anclajes de las muñecas.

Empiezas a masajearme el torso, pasando del cuello a las tetas y la cintura hasta que se te ocurre que quieres ayudarme con las embestidas. Entonces llevas tus manos a las caderas y las agarras con fuerza con el fin de empotrarme y meterme el strapon hasta la garganta. Este gesto hace que comiences a notar un roce espectacular en tu vientre y subes el ritmo.

De esta manera, nos corremos al unísono y una mezcla de gemidos y gritos se entremezclan. Está claro que la mordaza no te ha impedido hacerlo, como esperaba... 

Te suelto del resto de ataduras y te quito la mordaza a la vez que comienzo a besarte como si no hubiera un mañana.

Exhausta, te levantas como puedes y me miras con ojos de agradecimiento. Sin duda te sientes más conectada a mí y deseas poder disfrutar de la próxima sesión... esta vez dominando tú a otra víctima. Aunque realmente tampoco descartas necesitar de vez en cuando una sesión en la que seas absoluta e irremediablemente mía.

Srta. Evenstar

Comentarios