En Alta Mar. Parte Final.

Nos quedamos, ambos, paralizados por el ruido. Empujo al extraño e intento que salga de mí, al sospechar que el ruido es mi esposo. Consigo salir y me pongo el camisón lo más rápida que puedo.”¡Rubiaaa! –Gritan.” Mierda, es él. Un sentimiento de miedo y agobio me recorre el estómago. Como se entere me dejaría para siempre…no puedo permitirlo. Sollozo. Me miro las manos con recelo por haber tocado a otro hombre. Me las limpio en el camisón de encaje blanco y me dirijo al grito.

Ahí está, tirado en el suelo. Ensangrentado…ohh, mi pequeño grandullón. Me dirijo hacia él y me agacho para acariciarle la cara. Me mira y me devuelve la caricia.


-¿Estás bien? –Me susurra con amor.

-Sí. –Le respondo con otro susurro.

De repente veo en su cara una mueca de asombro, se queda paralizado. Veo una sombra. Me giro.

Me cuesta abrir los ojos, pero lo consigo. Estoy mareada y fatigosa. Me duele la cabeza, lo que hace que me palpe… ¡DIOS! Tengo sangre. Intento recordar, pero mi último recuerdo es… ¡MIERDA! El extraño. Analizo la sala con cuidado de no vomitar o caerme, es mi habitación. Me dirijo a la puerta, pero está cerrada. Tras empujes, patadas y puñetazos una voz que viene de detrás de la puerta me manda a callar… ¡Y UNA MIERDA! Sigo dándole y ordenándole que me deje salir de aquí, me ahogo.

Escucho la llave de la puerta, y sin darme tiempo a preguntar, el extraño me da un puñetazo tan fuerte que me hace caer sobre la mesita de café. Me coge por los hombros y me vuelve a dar otro puñetazo. Parto la mesa con mi cuerpo. Grito de dolor y me pongo en posición fetal… por favor, no me hagas nada. Noto un sabor a sangre en mi boca y siento dolores en las costillas, pero consigo preguntarle por mi esposo.

Me coge del pelo y me arrastra hasta la ventana redonda de mi cuarto. Por el camino voy gritando e intentando soltarme, pero no lo consigo.

-Puta de mierda… ¡LEVANTA! –Me ordena y le hago caso, tras un lloriqueo de súplica.

-¿Ves el agua del mar? Unas olas preciosas, ¿Verdad? Pues ahí está tu imbécil…ahora eres toda mía.
 
-¡NOOO, CABRÓÓNNN! Hijo de puta.

Me agarra del pelo y me acerca a su cara. Saca la lengua y me chupa la oreja. Le aparto y me tira encima de la cama. Se va. Me agarro a la almohada y comienzo a llorar.

Me despierto y me encuentro atada de pies y manos encima de la mesa del comedor. Grito y aparece el extraño a mi derecha. Me acaricia el pelo.

-SShhhh, calla. Relájate –Me dice con ojos brillantes.
Aparto la cara y me la pellizca para besarme en la boca. Me enseña una foto de una mujer egipcia bellísima y luego la besa. Frunzo en ceño. Después de varios minutos veo que coge tijeras y recoge los trapos tendidos fuera. De repente lo veo todo claro, este quiere matarme. Quiere matarme lenta y dolorosamente. No me lo puedo creer. Continúo intentando deshacer los nudos, pero no lo consigo.

Pienso en un plan de estrategia y lo intento llevar a cabo.

-Cariño. –Le digo con duda.

-Mi amor. –Repito, esta vez con más inteligencia.

Viene y me mira sorprendido.

-Está en el mar, con los peces. –Me dice.
-Estas aquí… ¿Por qué me atas? Vamos a hacer el amor.

Se sorprende y me acaricia el cabello. Me besa y le correspondo.

-Tranquila, tu marido está en la Bodega atado y amordazado…no tienes porqué actuar. Como sigas voy y le cuento todo lo que disfrutabas con mi polla ayer, te vuelvo a follar delante de él y os mato.

-Ohhh…gracias a Dios que está vivo. ¿Qué? No… –Pienso.

-No miento, ¿Por qué me hablas así, mi amor? –Le actúo.

-Oh, mi quería Cleopatra. Te amo tanto. –Me contesta y me abraza.
¿Cleopatra?, ¿Quién es esa?...

Coge las tijeras y se acerca a mí. Le grito para que no me mate y él se ríe.

-No, no…solo quiero cortarte el pelo y luego peinarte.

Me levanta la cabeza y comienza a cortarme mi preciosa melena larga. Después de terminar con el flequillo, su rostro cambia de alegre a enfadado en décimas de segundos. Pasan varios minutos cuando le vuelvo a ver. Trae una garrafa blanca, que huele a taller. La abre y empieza a echarme por el pelo un extraño líquido…¿Grasa de motor? Sí, es grasa.

Tras momentos voy entendiéndolo todo. Comienzo a entender su "Claopatra", el corte de pelo y la grasa de motor. Mi melena rubia está negra y el corte es de una típica reina egipcia. Es un loco.

-Mi Rey, soy tu Cleopatra. –Le dejo caer.

En ese momento me suelta de la mesa y me besa. No puedo creerlo, pero yo tengo que salir de aquí. No voy a permitir que este eche a perder mi matrimonio, pero la verdad es que folla bien. Estoy cachonda.

La noche siguiente, y mientras mi Rey duerme, le acaricio el torso. Me levanto, y parece que mi cuerpo va solo. Cojo las cuerdas, que aún están en la mesa, y me dirijo de nuevo a mi habitación.
 
Estudio todos y cada uno de los objetos de la habitación. Sonrío, pícara, y me dirijo a la botella de Champagne que nos bebimos hace unas horas antes de follar. La agarro por la boquilla y me quedo parada, durante unos segundos, mirándole. Sonrío y le pego en la cabeza con ella. Arrastro el cuerpo desde mi habitación al salón. Como no puedo subirle a la mesa, le siento en una de las cuatro sillas doradas.

Le ato y vuelvo a sonreír. ¿Qué me pasa? Le doy, con el palo de la mesa que rompí con las costillas, en el vientre.


-¡DESPIERTA! –Le ordeno.

Tras toser y retorcerse de dolor, lo hace. Sonrío y le vuelvo a dar. Le tiro del pelo y le tiro de espaldas. Tiene la boca amordazada, así que no puede hablar. Le levanto y le doy un puñetazo. ¿Qué estoy haciendo? Me siento en sus rodillas y le paso la lengua desde la barbilla hasta la frente.

-No voy a permitir que destroces mi matrimonio. –Le digo sonriendo.

Le acaricio el torso y hago que su erección crezca. Sé que tiene miedo, pero mi chupada y paja hace que crezca.

-Fóllame por última vez mi Rey. –Le digo.

Estoy desnuda y me la introduzco en mi sexo. Comienzo a botar y él pone cara de dolor. Sigo botando y riéndome a carcajadas mientras me lo follo. Se corre dentro. Cojo las tijeras y se las paso por el torso a modo de caricia. Le paso mi lengua por la nariz y le meto una puñalada en el vientre. Gruñe y ahora le chupo la oreja. Luego le acaricio, con las tijeras llenas de sangre, la cara y le vuelvo a dar otra puñalada en el cuello…lo que le provoca la muerte. Sonrío y le doy una última chupada a su miembro muerto.

Cojo la silla por la parte del respaldo y con fuerza tiro de ella. Llego fuera del barco y por la escalera de entrada/salida, tiro el cadáver. Sonrío satisfecha. "Mi Rey...Adiós."

Me doy la vuelta y me dirijo a la Bodega. Estoy delante de la puerta, me peino con las manos y me coloco las tetas. Entro y allí está. Me mira y me gruñe intentado hablar. Le quito la amordaza y le beso.
 -¿Estás bien?, ¿Qué te ha hecho? Ohh Dios…tu pelo. –Me dice asustado.
 -Estoy bien. Vamos. –Le digo sonriendo.

Estoy cachonda, así que me lo llevo a la cama. Le desnudo y se la como. Frunce el ceño, pero yo no le hago caso. Me monto encima y vuelvo a botar. Sonrío y vuelvo a sonreír. Boto con más y más fuerza. Se corre y yo acabo agotada encima de él.
 
-Te quiero. -Le digo.
 
Apago la luz y con una sonrisa pícara y malvada le beso el pezón.

-Buenas noches, mi Rey. -Le dice su Cleopatra.
 
The End.                                                                                                                                    
                                                                                                                                                    Sr. Steve.

Comentarios

  1. Estupendo!! Felicidades.

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  2. Muchas gracias querido lector. Me alegro de que le guste. En breve habrá nuevas entradas.

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  3. Muy bonito, sensual y entretenido, enhorabuena!!
    NICE NICE

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  4. Me alegro de que te guste y muchas gracias!!

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