2º Rol 2ª Parte: Y esa mirada...


"Hace ya varios meses que no sabemos nada de ella. No ha vuelto a dar señales de vida ni ha llevado a cabo ninguno de sus habilidosos golpes. A lo mejor alguien ha rendido cuentas con ella y ahora está muerta. Lo peor es que la idea de que le haya podido pasar algo me atormenta, justo lo que no debería de ocurrir.


Soy comisario de policía y me dedico a detener malhechores, no desear toparme con ellos para besarlos. Ella... Su pelo, su cuerpo, su mirada... No me los puedo quitar de la retina. Sueño con ella cada noche y recreo cada uno de los detalles de mi estancia aquel día. Me ponía tanto...

Todavía guardo el culotte de encaje negro que me dejó junto a la nota sellada con carmín de labios: “Me dejé atrapar para que me poseyera. Hasta pronto...” ¿Hasta pronto? Pensé que se iba a dejar ver antes pero ya ha pasado bastante tiempo.

Es domingo y tengo el día libre. Se me apetece estar sólo, respirar profundo y aclararme las ideas, por eso he decidido ir a la playa. Es una locura ya que acaba de entrar la primavera y el frío del invierno no ha cesado, pero busco no encontrarme con nadie por lo que ése es el destino adecuado. He metido en el coche todo lo necesario para pasar el día entero y ya sólo me falta una cosa antes de meterme en carretera, echar gasolina.

Me dirijo a la gasolinera que suelo frecuentar, la misma en la que ella se dejó atrapar aquella vez, aquella única vez. Paro el coche justo al lado del surtidor y cojo la manguera. Estoy a punto de introducirla en el depósito del coche cuando el rugir de una moto llama mi atención. El conductor se baja del vehículo apresuradamente y se dispone a entrar en el establecimiento. Dejo la manguera en su lugar y corro hasta dentro de la tienda, ya con la mano en la pistola.

Una vez en el interior contemplo la escena. El criminal motorista está apuntando al tío de la gasolinera mientras hace gestos para que le de todo el dinero de la caja. Se escuchan los gritos de la gente que permanece agachada en el suelo.


- ¡Alto, Policía! – digo con firmeza.


De repente todos me miran, a la vez que saco la pistola con una mano y sujeto mi placa con la otra. La reacción del ladrón nos deja a todos boquiabiertos, abandona la pistola en el mostrador y se dirige a mí con paso lento y las manos en la cabeza.

- Tranquilos todo está controlado – digo mientras que la gente va levantándose del suelo – Me llevaré a este criminal.

Y salimos fuera. Le ordeno que se meta en el coche mientras que termino de echar gasolina. Él obedece, es bastante raro su comportamiento. Decido irme de la gasolinera a un lugar más tranquilo para hacer las llamadas pertinentes y no formar más escándalo. Todo ha sido un susto. Detengo el coche en un descampado solitario y salgo para hacer las llamadas. Entonces el criminal se quita uno de los guantes con dificultad debido a las esposas y pone su mano en mi muslo. Me llama la atención las uñas delicadamente pintadas de rojo y ahora me percato que me mira a través de la visera del casco. Un escalofrío recorre mi cuerpo.

Estoy paralizado y algo me dice que tengo que descubrir quien se oculta tras el casco. A la vez que dirijo mis manos a su cabeza me doy cuenta de que no me había fijado antes en el cuerpo del detenido. La cazadora de cuero negro insinúa una silueta de mujer. Entonces retiro el casco y unos mechones de cabello oscuro caen sobre sus hombros, es ella...

No me lo puedo creer. Está justo a mi lado y no puedo dejar de contemplarla fascinado. Sigue siendo ella, tan bella y deslumbrante. Y esa mirada...

Sin articular palabra cojo el pañuelo que lleva al cuello y se lo pongo en los ojos. La quiero conmigo y no voy a dejar que escape de nuevo. Arranco el coche y me dirijo al destino predeterminado para hoy, la playa.

- ¿Qué haces aquí? – pregunto mientras conduzco.

- Te dije que volvería – dice sin mostrar el mínimo signo de nerviosismo, confía en mí.

- Te he echado tanto de menos...

Llegamos a la zona de playa pero no me detengo en los aparcamientos. Nos adentramos en un camino rodeado de árboles que termina en una pequeña cala y paro el coche. Aquí estaremos solos. Le quito el pañuelo de los ojos y me mira fijamente. No aguanto más. Le acaricio el rostro y bajo hasta sus pechos y la beso. Ella me corresponde apasionadamente, como si se sintiera aliviada.
Continuamos despojándonos del cúmulo de sensaciones contenidas durante estos meses. Es entonces cuando presto atención a que sigue esposada. Me bajo del coche y abro el maletero, saco una toalla y la tumbo junto al coche. Estamos bastante cerca de la orilla. Ahora abro la puerta del copiloto y le desato el cinturón además de liberar sus muñecas. Las beso suavemente al ver que están ligeramente marcadas por las esposas. Saco a mi diosa del coche y nos envolvemos de nuevo en besos y caricias llenas de deseo.
Noto algo distinto, ella se muestra totalmente como una mujer, al margen de quien sea en realidad o de lo que haya hecho. Y yo estoy allí, perdido otra vez en sus curvas, en su persona.
Estamos de pie junto al coche y no sentimos frío alguno. Le quito la cazadora y las botas de tacón mientras que ella me quita la camisa y los pantalones. Ambos estamos medio desnudos. La cojo en brazos y corriendo la llevo a la orilla. Poco a poco nos adentramos en el agua, está fría pero parece que nos da igual.
Abrazados nos tocamos y besamos acompañando el movimiento de las olas. Le abro los botones de la camisa, la cual está pegada a su piel de forma muy sexy, y le beso el cuello. Con cuidado me quita los bóxers y se los cuelga del brazo para no perderlos en el mar. Realiza la misma operación con su ropa interior y sube sus piernas sobre mis caderas, dejando que mi erección se apoye en su vientre. Yo, inconscientemente, introduzco mi miembro en su interior y empiezo a penetrarla.
Estamos muy mojados pero el calor que hay entre nosotros hace que notemos nuestros cuerpos ardientes. Seguimos follando lentamente, sintiendo cada una de las embestidas y abrazados mirándonos con ternura.
- Te amo con locura - le susurro en el oído.
- No digas eso, no soy para ti. Jamás estaremos juntos - me responde resignada.
- Calla - y le sello los labios con un beso - Me tienes hechizado, claro que eres para mí.
Entonces ella gime y clava sus uñas en mi espalda. La penetro con más fuerza y nuestros cuerpos empiezan a resbalar más aún. Entonces noto como sus entrañas envuelven mi miembro intensamente de forma intermitente. Se ha dejado ir.
Casi desplomada la saco del agua y nos tumbamos en la toalla. Le retiro la camisa y el sujetador, completamente empapados, mientras que ella se recupera del orgasmo. Le pongo mi camisa seca para que tenga el menor frío posible y me tumbo encima de ella.
Le muerdo suavemente el labio y busco de nuevo adentrarme en ella, que simplemente se limita a mirarme, y cierra los ojos para sentirme aún más. Comienzo a acariciarle los pechos y a lamer sus pezones suavemente. Noto como se endurecen a medida que juego con ellos. Después de unos minutos dejo sus senos para centrarme solo en ella, en la que me tiene embrujado. Es algo tan potente lo que siento por esta mujer. Apenas la conozco y ya quiero estar con ella el resto de mi vida.
Entonces, sin detenernos, rodamos sobre nosotros mismos de manera que ella queda sentada encima de mi miembro y empieza a follarme. Yo me centro en contemplarla, totalmente entregada a mí. Cierra los ojos echando la cabeza hacia atrás y aprieta sus labios de forma notable. Veo como sus pechos acompañan el movimiento de su cuerpo y como los mechones de pelo caen por su piel. No puedo ahogar los gritos que me provoca verla botar sin cesar, disfrutando uno a uno cada uno de los segundos en los que estamos juntos.
Deseando volver a poseerla, rodamos otra vez y quedo encima de ella, no tiene salida alguna. Nos envolvemos de nuevo en el deseo mutuo.
Estamos muy excitados y cada vez nos sentimos más vivos. Con cada embestida sube la tensión sexual entre nosotros. Nos besamos como si el mundo fuera a extinguirse e, inmersos en un clima rebosante de deseo y amor, nos dejamos ir.
La tarde va cayendo poco a poco y nosotros seguimos allí, unidos en cuerpo y alma como uno solo, abrazados y rogando al cielo que nada nos vuelva a separar. 
- Quiero dejarlo todo y escapar contigo - digo.
- Te quiero tanto... Sólo una estúpida como yo se enamora del enemigo - me dice con cierto sentimiento de culpa - Te deseo con locura...
Después de la cadencia de nuestras palabras, me centro en disfrutar de ella y del momento. A medida que el día va llegando a su fin siento más incertidumbre por saber lo que va a pasar. Quiero que nos olvidemos del futuro y quiero estar con ella a toda costa.  Sólo tengo claro una cosa, somos prisioneros del amor..."


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